Wakateláctico Invitado

Acontecimientos insignificantes
por: Cristhian

Alguna vez les han hecho esta pregunta: ¿Cómo pudiste olvidar eso? o ¿Cómo no te acuerdas que eso pasó?.

Siempre he tenido la habilidad envidiable o despreciable, cada uno como quiera verlo, de olvidar los acontecimientos insignificantes de mi vida sin mayor esfuerzo. Borrarlos de mi memoria tan fácilmente como si nunca hubieran existido en realidad, reteniendo solamente y sin esfuerzo, los que maquinalmente me marcaron.

La denominación “acontecimientos insignificantes” se las otorgo a estos sucesos una vez que ya han sido olvidados, y por alguna razón, vuelven repentinamente a mi mente, pero ahora sólo como sucesos benignos, insustanciales, sin sentimientos de por medio. Por ejemplo (para que quede más clara esta idea), tienes una pelea con alguien que fue muy importante en su momento (la pelea, en este caso da lo mismo la persona) pero repentinamente te olvidas que sucedió después de un periodo corto de tiempo. Más adelante, un día cualquiera, recuerdas que te peleaste con esa persona, o alguien te lo hace recordar, y ahí te das cuenta que lo habías olvidado, pero recuerdas solamente la pelea en sí, y no el enojo que tal vez sentiste, la rabia, el miedo, lo que sea. En ese momento esa pelea del pasado se transforma en un “acontecimiento insignificante”, en ese momento te das cuenta que no significó nada para ti.
El problema de esto claramente no está en que a uno se le olvide algún acontecimiento de su vida. Yo lo veo como un alivio en relación a los sucesos que pueden haber sido desagradables. La cuestión está en ¿qué pasa cuándo se te olvidó a ti, pero para la otra persona que lo vivió contigo, quedó plasmado en su memoria, y quien sabe, hasta en su corazón?. Voy a centrarme en los recuerdos “malignos” o rencores, ya que tener recuerdos hermosos de alguien o de algo nunca le ha hecho mal a nadie que yo sepa.

Bueno, en este caso hay que distinguir, si tu actitud en el suceso referido fue realmente lamentable, en cuyo caso no cabe más que disculparse, y tal vez disculparse por la disculpa tardía, o si tu actitud consideras que fue la correcta.

Voy a centrarme en esta última hipótesis. Piensen cuando alguien les “echa en cara” algo del pasado que ustedes realmente habían olvidado. Piensen que se los echa en cara con rencor y con rabia, con resentimiento. Piensen que ese rencor que a uno le expresan proviene de una acción que uno realizó, y que nunca la vio como algo que pudiera causar dichos sentimientos a esa persona, o si era posible provocárselos, ya debería haberlo superado. Es decir, el suceso constituye para uno un “acontecimiento insignificante”y para el otro un “acontecimiento importante”. ¿Qué hacer en este caso?. Disculparse cuando uno considera que obró bien es algo que mi orgullo no me permite hacer. ¿Qué hacer con esta persona ofendida cuando uno nunca quiso ofenderla o herirla, pero de todos modos lo logró? ¿Qué hacer con esta persona que exige una explicación o una disculpa y uno no está dispuesto a dársela?. Más importante aún: ¿Podemos evitar herir a las personas?. No. No importa los intentos que hagamos para no agraviar a otro, para no hacerlo sentir mal, para no defraudarlo, siempre está presente la visión de la otra persona, que en última instancia determinará, unilateralmente, si fue dañado o no. Si uno quiere sentirse ofendido o defraudado, siempre encontrará razones para ello, y a alguien a quien culpar.

¿Qué hacemos entonces? ¿Damos media vuelta y nos retiramos o enfrentamos a la persona y la hacemos entender que no debería sentirse ofendida y debería dejar su rencor a un lado?. Qué difícil es hacerle cambiar de parecer a las personas. Qué difícil es entender cuando se está nublado por los recuerdos y por los sentimientos que estos conllevan, y cuando justamente la otra persona está tratando de hacer exactamente lo mismo. ¿Nos damos el trabajo?. Yo creo que vale la pena dárselo. Si uno realmente aprecia a esta persona, debe darse el trabajo. Si esta persona no quiere cambiar de parecer, a pesar de todos los esfuerzos que uno ha hecho, bueno, no queda nada más que hacer. Sólo esperar que olvide y logre sentir algún día el placer de recordar un “acontecimiento insignificante”. Que en definitiva son los que nos permiten seguir adelante y apreciar a las personas. Qué suerte que la vida está hecha en su mayoría de este tipo de acontecimientos. Quién no lo vea así, se ahoga en un mar de recuerdos.