No soy feliz
Por: HL

Amargado, triste... no. Tampoco son esas mis opciones.

Felicidad... ¿qué es ser feliz? Quizás muchos estén pensando que la felicidad es tan sólo un momento, pasajero y fugaz. Y, probablemente, tengan razón.

Me he rendido al pensamiento de esta palabrita, recordando las tantas veces en que he estado física y sentimentalmente en la misma posición que ahora: superado por la frustración y con un dejo de amargura.

Es cierto, para mucha gente mi situación actual no da siquiera para sentirme un poquito amargado. Pero la verdad es que me siento amarrado. De brazos cruzados y lleno de impotencia.

¿Es un don acaso sentirse mal por alguien o quizás una estupidez verse afectado por algo que no debiera importar?

Encontrarle respuesta a una interrogante así puede ser muy sencilla, pero no necesariamente satisfactoria. Es por eso que nunca se ha terminado por definir a modo universal el termino felicidad.

Unos son felices. Otros no. La felicidad es un estado psicológico que trasciende la noción del estado anímico, como suele definirla la ciencia. Pero no me lo creo. O quizás sí, pero en parte.

Me gusta más definir la felicidad como un instante dentro de las vidas llenas de tristeza. Somos felices en ciertos momentos, ¿o definitivamente estamos tristes a veces en medio de una vida feliz?

De todas formas, la felicidad y la tristeza son el uno para el otro. Un matrimonio indisoluble. Sin conocer la tristeza no hay felicidad, y viceversa. Por lo mismo, hay que definirse en cierto momento por una de estas dos realidades.

Ser triste es escribir con la memoria una historia feliz que se perdió. Todo esto barnizado con una noche de gran luna, lo que masifica ese sentimiento de nostalgia que, querámoslo o no, deriva inevitablemente en un momento de tristeza. Y allí mismo uno se cuestiona si es feliz o no en la vida. No se trata de ser malagradecido con la vida, pero no es mentira que a algunos la vida les cuesta mucho, pero mucho más que a otros.

¿Cómo te sientes mientras lees esto? Independiente si la columna causa algo o no, en este momento uno es feliz o triste. Y muchas veces uno no lo piensa. Evidente. No nos pasaremos la vida preguntándonos 78 veces al día ¿cómo me siento ahora? Sería algo tedioso y, por lo demás, estúpido.

Pero ahí está, convivimos con la tristeza y la felicidad como hermanos inseparables (siendo que hace un rato eran matrimonio indisoluble) toda nuestra vida.

Ya, mejor continuemos con ella, sólo me detuve un instante a cuestionar mi tristeza momentánea.