Carta Abierta

por: Romi

“No me siento segura de todo movimiento que hago, pero intento asomar mis sentidos a la realidad. Hoy, cuando me hallo inserta entre un tumulto de gente sin rostro, despierto.

No soy la favorita de alguien, ni la primera en algo, mi voz no se oye y mis palabras no conmueven a nadie, mucho menos soy una hermosa mujer capaz de deslumbrar.

Lo descubro en un mal momento, en un mal lugar, pero me acomodo. Subiendo las escalas me imagino junto a ti construyendo futuro. No necesito sentirme estúpida sino que frágil y fuerte a la vez. Necesito creer.

Me gusta esta sensación o la aborrezco con fuerza…al fin y al cabo eres esa sensación.

Desperté creyendo que, por lo menos hoy, tendría tu rostro esperando que mis ojos se abrieran, que tendría tus manos para jugar con ellas sin razón alguna. Me siento pequeña e inmensa, algo no encaja o algo se acomoda perfectamente.

Espero que de pronto me mires fijo y descubras, en un perfecto parpadear, que soy la mujer de tus sueños: tengo el amor que necesitas. Soy el sentimiento apasionado, único y desenfrenado que te estremece mientras duermes, mientras sueñas. Tú eres esa recopilación que alarma sentidos. ¿Qué hago con esta mezcla de revoluciones?

Sí, admito entre suspiros que colapsas y desconectas sentidos en mi cabeza. Quizás es sólo esa energía de saber que estoy en tus pensamientos y qué, de alguna forma, caminas conmigo.

¿Y qué pasaría si de pronto resultas ser la respuesta a todos mis espacios vacíos? Tal vez es este maldito sentimiento de autoexilio que busca desesperadamente una salida.

Un sonido existe entre tu espacio y el mío. Una fragancia exquisita me trasporta y anima. Coloco tus pisadas en mi almohada para que corras tras de mi.
Una luz azul ilumina mi vista, una roma dulce prepara mi primer aliento del día y un camino ancho espera mi recorrido. Comienzo a reconocer la inquietud ante todo. Me atrevo a bajar las manos de mi rostro para ver, de frente, la luz que me llama.

Y trato de guardar silencio, trato de acallar dudas para asumir la escudriñable situación que apresura desventurados días de quietud.

Este juego de palabras es mi única forma de encasillarte y presionarte, es la más secreta manera que tiene mi corazón de enfrentarte.

No sé si tus palabras buscan destino, pero las mías, desesperadamente, buscan respuestas. Guardo gritos para ti sólo si te atreves, por fin, a escuchar”.