Dulce Adicción

por: Romi

¿Se puede crear una lista con las más absurdas y, porque no decirlo, secretas adiciones? En un intento casi sobrehumano logré descubrir algunas que, si bien carecen de profunda y real importancia, me parecen simpáticas de contar.

Existe un número limitado de elementos que motivan un respirar distinto. Perdí el aliento al no encontrar esa pequeña cajita donde guardo los ticket de los conciertos a los que he asistido. Me sentí desesperada por no lograr llegar a tiempo a casa para ver el capítulo nuevo de mi serie favorita del cable. Pasé horas en una fila intentando conseguir entradas para el estreno de una película. Sí, la adicción se ha manifestado de distintas formas a lo largo de mi vida. No es algo sobre lo que reflexione más de la cuenta, sólo admito mí desmesurado interés por ciertas ínfimas cosas con serenidad. Al menos eso intento.

Amo la televisión más de lo que imaginé- creo que usar la palabra “amo”, en este caso, no es una exageración-. ¡Oh, mí amada TV! Esta sí es una oda para ti. ¿Y cómo no si provocas esta dulce necesidad?

Amigos míos, reflexionen junto a mi. Sólo ella puede atribuirse el mérito de dejarnos inertes sobre la cama con un par de movimientos básicos activados y con sólo los músculos de los ojos a cargo de todo lo que nuestra vaga existencia pueda significar un domingo por la tarde (más aún cuando la soltería se pronuncia sobre cualquier otra cosa). En realidad, nuestro caricaturesco cuerpo pesa tanto que el control remoto resulta ser el más fiel compañero a desventuradas parodias mentales y condenados chistes sin final. Ni un histriónico rostro es capaz de moverse para reírse a carcajadas de nuestro estado, aunque lo merezcamos en demasía.

Tan inofensiva, tan quieta que su letal misión de desconectar la razón provoca saltar bruscamente de la cama y en un segundo (que parece de gloria) mirarla como una enemiga. ¡Gracias al cielo que hemos salido de ahí! – decimos-. Como si el limbo se hubiese compadecido. Admitámoslo, esta escena es falsa: sólo aparece en el repertorio cuando intentamos recuperar la cordura convenciéndonos de una madurez inexplotable e irreal, es decir, cuando no soportamos nuestros cobardes estado anímicos.

Por eso es perfecta. Además de las mexicanotas telenovelas que te consumen y te dejan como estropajo sintiendo un placentero dolor, existen los nuevos favoritos de la televisión abierta: comerciales. ¡Vamos! El ingenio tras ellos merece toda nuestra atención.

Sea cual sea su real función en mi vida tiene bien merecida mi efervescente adicción. Gracias por hacerme sentir glacial, inútil y holgazana.