Consumir o morir en el intento

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Arrepiéntete me dijo. Yo sólo atiné a reír. Quizás para evitar problemas era más fácil pedir perdón y dejar pasar semejante error, que desde mi punto de vista era una catástrofe humana hacia un hijo, catapultada quizás por el querer aparentar algo que no es, por tener cierto "nivel social", por materialista o por alguna razón.

Todo comenzó cuando me dijo que no tenía cómo pagarse la universidad. Que este otro año lo más seguro es que tuviera que trabajar y estudiar de noche para poder optar a un crédito, pero nada seguro.
Ahí le pregunté por su vieja, si ella lo podía ayudar con eso. Me dijo que no. Que ella le respondió con un "arréglatelas tú". Ahí mi duda: quizás la vieja no tiene plata y a eso no hay mucho que hacer. Pero a los minutos supe, cuando lo fuimos a dejar a su casa, que su hogar lo compró hace un mes y que le costó 120 palos.

¿Qué onda, me compro un Ferrari, lleno mi closet de Calvin Klein y me compro un depto de 50 millones, dejando a mi hijo sin poder estudiar?

Se supone que los padres son los más incondicionales y que siempre te van a ayudar desde su lugar, pero acá no veo ninguna solución ni apoyo. Según sus más cercanos afirman que la vieja ni lo pesca y que se la pasa en eventos sociales y viajando.

Por eso cuando la conocí y me contó de su gran problema con su hijo, el cual se supone es un "mal hijo" no me quedó otra que largar una carcajada.
Un mal hijo no nace siendo tal, se crea y se desarrolla por los actos de algunos, por determinadas acciones que fortalecen y favorecen que el fin llegue a buen puerto.

Para algunos la educación es lo único que les pueden dejar a sus hijos cuando ellos, como padres, se dirigen a visitar las puertas del cielo, se supone. Pero para otros es más importante tener cosas materiales, las cuales terminan apropiándose del sujeto.

La deshumanización llegó, y hace rato.

Joe Vasconcellos – La Funa

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