
El deber ser
Por. Ro!
Por. Ro!
Hace un par de años fui a la sicóloga por motivos x y me dijo algo que creo resume el gran dilema de mi vida, “voy hacia el deber y no hacia el placer”. Y eso ¿qué tiene de malo? Al final de cuentas lo que hago lo cumplo. Pero no puedo dejar de cuestionarme si las metas que me impongo las llevo a cabo con gusto o no.
Tristemente me he dado cuenta que la respuesta no es muy alentadora. Vivo llena de cosas para la U, me caliento el mate, me saco excelentes notas y a final de año pienso: qué bakan, di lo mejor de mí, aprendí, me esforcé y logré buenos resultados. ¿Sirvió de algo si realmente no disfruto el proceso para alcanzar a los objetivos?
Sé que no soy la única a la que le ocurre esto. Muchas personas cercanas a mi han comentado lo mismo, no pueden evitar ser responsables cueste lo que cueste. Aunque no duerman, se sientan mal o estén al borde del estrés.
Y si lo cuento no me lo creen. Aparento ser una persona muy relajada, de hecho varios me han dicho “quién como tú, enfrentas todas las situaciones con tanta calma”. Me río y les digo que sí, que mantengo la serenidad ante cualquier cosa. Eso sólo es verdad cuando éstas no me involucran a mí. Soy una experta en dar consejos, ja! Si supieran que tengo un conflicto interno entre el deber y el placer.
Por lo mismo mantengo una vida cíclica. Me explico, mi agenda está repleta de anotaciones como: a las cinco tengo que..., a las 8 debo de…, y así sucesivamente por varios días. Hasta que llega el fin de semana de gloria y dejo todo botado. ¡A Viña los pasajes! Un buen carrete y chao con el estrés. Así paso los meses entre lo que debo y lo que quiero.
Por esta razón, la gente que me conoce en vacaciones tiene una visión muy diferente a la que me conoce durante el año. Esto no quiero decir que sea lunática, la esencia es la misma. Sólo que algunos conocen a Ro en relax, mientras que otros a Ro bajo la presión universitaria o más bien dicho bajo la presión que ella misma se impone.
Lo bueno es darse cuenta de los errores. Tenerlos en mente para no dejarlos pasar. Recordarse todos los días que este puede ser el último y que el deber se lo impone uno y por lo mismo podemos cambiar el rumbo de éstos para hacerse más placentera la vida.
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